lunes, 18 de marzo de 2013

La poblacion española del siglo XIX

Los inicios de la evolución demográfica moderna de España se empezaron a atisbar durante el siglo XVIII, entrando de pleno en ella durante el siglo XIX, marcando una ruptura sin marcha atrás con el ciclo demográfico antiguo. Por un lado, la reducción de la mortalidad catastrófica provocó un aumento poblacional sostenido y dirigió a la sociedad española hacia el régimen de transición demográfica. Por otro lado, el censo de Floridablanca (1787), primer recuento ampliamente fiable de la población española, fue el precursor de la aparición de los primeros censos modernos (realizados periódicamente desde mediados del siglo XIX), que han permitido desde entonces el estudio con precisión de la demografía de España.

Pronunciamiento de Riego

El 1 de enero de 1820 tuvo lugar en la localidad sevillana de Las Cabezas de San Juan el pronunciamiento militar del teniente coronel Rafael de Riego, quien había recibido el encargo de dirigir una expedición contra los insurgentes en las colonias de América. Tras un reducido éxito inicial, Riego proclamó inmediatamente la restauración de la Constitución de Cádiz (1812, La Pepa) y el restablecimiento de las autoridades constitucionales. El pequeño apoyo al golpe militar fue aumentando con el tiempo y prolongó el levantamiento hasta el 10 de marzo. En esa fecha se publicó un manifiesto de Fernando VII acatando la Constitución de Cádiz que, dos días antes, el 8 de marzo, había jurado en Madrid.

Cortes de Cádiz

Las Cortes aprobaron la nueva Constitución de 1812 el 19 de marzo de 1812. Constaba de 384 artículos organizados en diez títulos. El principio de que la soberanía reside en la Nación, compuesta por ciudadanos libres e iguales, vertebra todo el texto. Así, el artículo 4º sostiene que la Nación "está obligada a conservar y proteger por leyes sabias y justas la libertad civil, la propiedad y los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen". No contiene una declaración explícita de derechos, pero los principios de derechos y libertades figuran en el articulado y su reconocimiento también entrañó cambios revolucionarios, pues construía un mundo radicalmente nuevo. Hábitos y actitudes que hoy parecen cotidianos eran imposibles antes de ser reconocidos por primera vez en Cádiz. Por ejemplo, la libertad de imprenta, instaurada por el decreto del 10 de noviembre de 1810, que garantizaba a toda persona la "libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión y aprobación alguna anteriores a la publicación". Un derecho que las Cortes estaban obligadas a proteger, según el artículo 131 de la Constitución, que rompía con la censura previa de todos los textos ejercida por el Gobierno y por la Iglesia, y cuyo ejercicio propició el florecimiento de la prensa y el nacimiento de la opinión pública.

El estallido de la Revolucion Francesa 1789-1815

La historia de Europa está ligada a la Revolución Francesa durante la primera parte de este período. En el siglo XVIII apareció un creciente reconocimiento del pueblo común por toda Europa de que el absolutismo y la opresión del estado y la iglesia eran grandemente responsables de su depresión económica y su condición social. La corrupción y el lujo en los altos puestos de la iglesia y el estado con­trastaban grandemente con la necesidad y sufrimientos de las clases bajas.

Ilustración

La Guerra del Rif, también llamada Guerra de Marruecos o Guerra de África (pese a ser los homónimos de otros conflictos armados distintos), fue un enfrentamiento originado en la sublevación de las tribus rifeñas (región montañosa del norte de Marruecos) contra la ocupación colonial española y francesa, concretada en los Tratados de Tetuán (1860), Madrid (1880) y Algeciras (1906) completado éste con el de Fez (1912), que delimitaron los protectorados español y francés, cuya vida administrativa y geográfica se inició en 1907, conflicto en que participaron también tropas francesas, pese a haber afectado principalmente a las tropas españolas. En 1909 se produjo una agresión de las tribus rifeñas a los trabajadores españoles de las minas de hierro del Rif, cercanas a Melilla, que dio lugar a la intervención del ejército español. Por otra parte, las operaciones militares en el occidente marroquí (Yebala) ya habían empezado en 1911, con el Desembarco de Larache, lo que supuso la pacificación de gran parte de las zonas más violentas hasta el año 1914, intervalo de tiempo de lento progreso o estabilización de líneas que se prolongó hasta 1919 por causa del conflicto mundial de 1914-1919. Al año siguiente, tras la firma del Tratado de Fez la zona norte marroquí fue adjudicada a España como Protectorado español de Marruecos; El comienzo del mismo lo fue también de la resistencia de las poblaciones rifeñas contra los españoles, desencadenando un conflicto que se alargaría durante años. En 1921 las tropas españolas sufrieron un grave desastre en Annual, amén de una rebelión acaudillada por el líder rifeño Abd el-Krim. Los españoles se retirarán a unas cuantas posiciones fortificadas, mientras el-Krim llega a crear todo un estado independiente: la República del Rif. La situación del enfrentamiento, y su cierre, coincidieron con la actividad de los gobiernos del general Primo de Rivera, que se ocupó de la campaña de 1924 a 1927. Sin embargo, tras la Batalla de Uarga (1925) los franceses intervendrán de lleno en el conflicto y establecerán una colaboración conjunta con España, lo que llevaría a la realización del Desembarco de Alhucemas. Hacia 1926 la zona había sido pacificada, rindiéndose el caudillo rifeño Abd-el-Krim en julio de 1927 y obteniéndose la reconquista del territorio anteriormente perdido. Esta guerra dejaría un profundo recuerdo tanto para España como para Marruecos. Tras la independencia de Marruecos en 1956 todavía tuvo lugar una última una nueva revuelta contra el Sultán, como una secuela de la pasada guerra.

La Guerra de Marruecos

La Guerra del Rif, también llamada Guerra de Marruecos o Guerra de África (pese a ser los homónimos de otros conflictos armados distintos), fue un enfrentamiento originado en la sublevación de las tribus rifeñas (región montañosa del norte de Marruecos) contra la ocupación colonial española y francesa, concretada en los Tratados de Tetuán (1860), Madrid (1880) y Algeciras (1906) completado éste con el de Fez (1912), que delimitaron los protectorados español y francés, cuya vida administrativa y geográfica se inició en 1907, conflicto en que participaron también tropas francesas, pese a haber afectado principalmente a las tropas españolas. En 1909 se produjo una agresión de las tribus rifeñas a los trabajadores españoles de las minas de hierro del Rif, cercanas a Melilla, que dio lugar a la intervención del ejército español. Por otra parte, las operaciones militares en el occidente marroquí (Yebala) ya habían empezado en 1911, con el Desembarco de Larache, lo que supuso la pacificación de gran parte de las zonas más violentas hasta el año 1914, intervalo de tiempo de lento progreso o estabilización de líneas que se prolongó hasta 1919 por causa del conflicto mundial de 1914-1919. Al año siguiente, tras la firma del Tratado de Fez la zona norte marroquí fue adjudicada a España como Protectorado español de Marruecos; El comienzo del mismo lo fue también de la resistencia de las poblaciones rifeñas contra los españoles, desencadenando un conflicto que se alargaría durante años. En 1921 las tropas españolas sufrieron un grave desastre en Annual, amén de una rebelión acaudillada por el líder rifeño Abd el-Krim. Los españoles se retirarán a unas cuantas posiciones fortificadas, mientras el-Krim llega a crear todo un estado independiente: la República del Rif. La situación del enfrentamiento, y su cierre, coincidieron con la actividad de los gobiernos del general Primo de Rivera, que se ocupó de la campaña de 1924 a 1927. Sin embargo, tras la Batalla de Uarga (1925) los franceses intervendrán de lleno en el conflicto y establecerán una colaboración conjunta con España, lo que llevaría a la realización del Desembarco de Alhucemas. Hacia 1926 la zona había sido pacificada, rindiéndose el caudillo rifeño Abd-el-Krim en julio de 1927 y obteniéndose la reconquista del territorio anteriormente perdido. Esta guerra dejaría un profundo recuerdo tanto para España como para Marruecos. Tras la independencia de Marruecos en 1956 todavía tuvo lugar una última una nueva revuelta contra el Sultán, como una secuela de la pasada guerra.

Crisis del 1917

Crisis de 1917 es el nombre que se da por la historiografía española al conjunto de sucesos que tuvieron lugar en el verano de 1917 en España, destacadamente tres desafíos simultáneos que hicieron peligrar al gobierno e incluso al mismo sistema de la Restauración: un movimiento militar (las Juntas de Defensa), un movimiento político (la Asamblea de Parlamentarios que tuvo lugar en Barcelona convocada por la Lliga Regionalista), y un movimiento social (la huelga general revolucionaria). Coincidieron con una coyuntura internacional especialmente crítica en ese mismo año, posiblemente uno de los más cruciales en toda la Historia. En cambio, la historiografía mundial no suele emplear el nombre de crisis para este periodo, reservándolo para algunas cuestiones puntuales relacionadas con la Primera Guerra Mundial: la crisis de reclutamiento en Canadá y la crisis de construcción naval en Estados Unidos. Hay que recordar que España en la Primera Guerra Mundial se mantuvo neutral durante todo el conflicto.

sábado, 16 de marzo de 2013

Nacionalismo

El nacionalismo es una ideología y movimiento social y político que surgió junto con el concepto de nación propio de la Edad Contemporánea en las circunstancias históricas de la Era de las Revoluciones (Revolución industrial, Revolución burguesa, Revolución liberal) desde finales del siglo XVIII.También puede designar al sentimiento nacionalista y a la época del nacionalismo.
Como ideología, el nacionalismo pone a una determinada nación como el único referente identitario, dentro de una comunidad política; y parte de dos principios básicos con respecto a la relación entre la nación y el Estado:
  • El principio de la soberanía nacional: que mantendría que la nación es la única base legítima para el Estado.
  • El principio de nacionalidad: que mantendría que cada nación debe formar su propio Estado, y que las fronteras del Estado deberían coincidir con las de la nación.
El término nacionalismo se aplica tanto a las doctrinas políticas como a los movimientos nacionalistas: las acciones colectivas de movimientos sociales y políticos tendentes a lograr las reclamaciones nacionalistas.
En ocasiones también se llama nacionalismo al sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo, pero distinto si va más allá del mero sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un sentido concreto.

Trabajo en cadena

La producción en cadena, producción en masa, producción en serie o fabricación en serie fue un proceso revolucionario en la producción industrial cuya base es la cadena de montaje o línea de ensamblado o línea de producción; una forma de organización de la producción que delega a cada trabajador una función específica y especializada en máquinas también más desarrolladas. Su idea teórica nace con el taylorismo, pero madura en el siglo XX con Henry Ford. A finales del siglo XX es superada por una nueva forma de organización industrial llamada toyotismo que se ha profundizado en el siglo XXI.
La disciplina del trabajo y la búsqueda del control coetáneo, de los tiempos de producción del obrero tenían un límite objetivo en el siglo XIX. Este era que el día tiene 24 horas y la forma en que el obrero trabajaba tenía una velocidad determinada aún en gran parte por el tiempo dedicado a fabricar algún objeto. La división del trabajo no bastó para aumentar la velocidad en la producción por lo que Frederick Taylor trabajó la idea de cronómetro con el objetivo de eliminar ese "tiempo inútil" o malgastado en el proceso productivo.
La organización del trabajo taylorista redujo efectivamente los costos de las fábricas pero se desentendió del salario de los obreros. Eso dio inicio a numerosas huelgas y descontento generalizado del proletariado con el modelo, cosa que Henry Ford corrigió y con esto logró también una visible transformación social.
La evolución de este modelo productivo se continuaría en el toyotismo.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Absolutismo

El Absolutismo
Los siglos XVI y XVII representaron un período difícil para Europa, ya que la Reforma produjo una secuela de conflictos y rivalidades fuera de la religión. En particular, la doctrina reformista del individualismo, la autosuficiencia de los creyentes en materia religiosa y la idea calvinista de la asociación voluntaria, diseminaron discrepancias políticas a todo lo largo del continente. Los filósofos y políticos trataron de afrontar esta situación defendiendo la ley natural del derecho divino de la realeza para gobernar; de acuerdo con la cual existían leyes naturales inmutables, establecidas para el gobierno de los estados y las relaciones entre los gobernados, los gobernantes y con otros estados. Esta teoría, de origen medieval, establecía que la realeza gobernaba debido a un derecho divino, mediante el cual el mismo Dios decidía quién gobernaba y quién era gobernado. El resultado conducía a considerar a la autocracia, el gobierno de una sola persona, como la mejor forma de gobierno. Se consideraba que esta persona no podía ser desobedecida ni cuestionada, su forma de gobierno era absoluta y no podía ser compartido con nadie; ya que gobernaba por determinación divina, con la autoridad de Dios, por lo que debía ser obedecido en todos los actos de gobierno. Ningún grupo, ya fueran los propios nobles, el parlamento, o el pueblo en las calles, tenían el derecho de participar en las decisiones; la oposición a los monarcas era considerado como una rebelión a los propósitos de Dios.

Industria en España en siglo XIX

España puede considerarse, desde la perspectiva de la industrialización, como perteneciente a la segunda generación de países industriales de Europa con una incorporación tardía, poco menos de un siglo después de la primera Revolución Industrial que va de 1840 a 1930 el país fue prioritariamente abastecedor de materias primas con destino a Europa Central y, en un segundo grado, aunque de modo progresivo, se incorporó como productor de bienes industriales. Tardaría casi un cuarto de siglo más que los países avanzados de Europa y América del Norte en insertarse en la segunda fase de la revolución tecnológica; este desfase se recuperó rápidamente, en un corto plazo comprendido entre 1960 y 1973, que recibe el nombre de Milagro español. La recesión mundial provocada por el encarecimiento de los precios del petróleo, a la que se añadió la competencia de la tercera generación de países industrializados que surgió entre algunos países latinoamericanos y del sudeste asiático, puso de manifiesto las debilidades estructurales del sistema industrial español, que experimentó durante los diez años siguientes una de las crisis más agudas entre los países industrializados. La condición de España hasta los años sesenta, dependiente del exterior para el abastecimiento de tecnologías y capitales, se reflejaron en la misma distribución funcional del espacio. La industrialización de Barcelona y la vertiente septentrional vasca, con sus áreas adyacentes, convirtió a estas regiones en los centros de la economía española, dejando para el resto el papel de abastecedores de materias primas y de energía, además de constituirse en el mercado de los productos manufacturados. Más adelante los procesos de industrialización se extendieron por toda la franja levantina comprendida entre dos densos ejes industriales, el cantábrico y el mediterráneo, entre los cuales se extiende un eje menor formado por la depresión del Ebro, y a los que se añadió Madrid. Durante la crisis de 1973 se concretó el declive del eje cantábrico, especialmente con la destrucción del primitivo tejido industrial en Cantabria. Continuó el dinamismo del eje mediterráneo, así como los procesos de reconversión y relocalización de las regiones industrializadas y de los núcleos dispersos surgidos en las regiones periféricas.
Tras la larga fase de ajuste (1977-1984) para numerosos sectores, empresas y territorios, que estabilizó la producción final y acarreó importantes reducciones en las plantillas laborales, se inició un periodo de recuperación (1985-1990) que, con algunos altibajos, continúa actualmente.
El Programa de Ayudas a la Reindustrialización es una línea de actuación del Ministerio de Industria y Energía que juega un importante papel en el desarrollo económico y social del conjunto del Estado mediante la creación de nuevo tejido industrial, o adaptación del existente, a las mejoras tecnológicas disponibles en los ámbitos territoriales de menor renta y los especialmente afectados por procesos de reestructuración o deslocalización industrial.

La semana trágica de 1909

 Se conoce con el nombre de Semana Trágica a los acontecimientos desarrollados en Barcelona y otras ciudades de Cataluña, entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909. El desencadenante de estos violentos acontecimientos fue el decreto del Primer Ministro Antonio Maura de enviar tropas de reserva a las posesiones españolas en Marruecos, en ese momento muy inestables, siendo la mayoría de estos reservistas padres de familia de las clases obreras.

Liberalismo

El liberalismo es un sistema filosófico, económico y político que promueve las libertades civiles y se opone a cualquier forma de despotismo, apelando a los principios republicanos. Constituye la corriente en la que se fundamentan, tanto el estado de derecho, como la democracia representativa y la división de poderes.
Aboga principalmente por:
  • El desarrollo de las libertades individuales y, a partir de éstas, el progreso de la sociedad.
  • El establecimiento de un Estado de derecho, donde todas las personas sean iguales ante la ley, sin privilegios ni distinciones, en acatamiento de un mismo marco mínimo de leyes que resguarden las libertades y el bienestar de las personas.
El liberalismo surgió de la lucha contra el absolutismo, inspirando en parte en la organización de un Estado de derecho con poderes limitados que idealmente tendría que reducir las funciones del gobierno a seguridad, justicia y obras públicas y sometido a una constitución, lo que permitió el surgimiento de la democracia liberal durante el siglo XVIII, todavía vigente hoy en muchas naciones actuales, especialmente en las de Occidente. Al promover la libertad económica, el liberalismo despojó de las regulaciones económicas del absolutismo a las sociedades donde pudo aplicarse, permitiendo el desarrollo natural de la economía de mercado y el ascenso progresivo del capitalismo.

La Europa del siglo XVIII

El siglo XVIII suele caracterizarse históricamente, desde una perspectiva euro-céntrica, como el siglo de las revoluciones burguesas clásicas, el de la razón o iluminismo; también se lo denomina el siglo de las luces (para los europeos) o sino de la Ilustración. Desde la economía puede decirse que fue el siglo en el cual irrumpieron nuevas concepciones de trabajo y producción humanas, en consecuencia fue el siglo del advenimiento del capitalismo. Nuevo sistema de producción que tendrá alcances planetario, inaugurando un segundo proceso de globalización económica y secularización social de las costumbres en occidente.